jueves, 28 de enero de 2016

"Excuse me while I break my own heart"

Song: Excuse me while I break my own heart"

Whiskeytown


Me pareció un título muy acertado, justo el de una canción  que no conocía, y  que con  toda honestidad no puse mayor atención y detalle en la letra, sólo me centré en la pertinencia de su título que heme aquí escribiendo al respecto.
Me he dado cuenta hay una oleada de blogs y libros escritos por de mujeres que, como yo, pasan por momentos complejos y de determinantes disyuntivas en sus vidas. Muchas de ellas en su bendita suerte han optado por viajar por el mundo, hacer un recorrido retador de montaña, perderse en la selva, hablar con tribus, fumar peyote, bailar danzas curativas de milenarias regiones, alimentarse del silencio pero sobre todo encontrarse así mismas….  Benditas sean en sus suerte y su bolsillo, en lo aguerridas y lo pujantes, porque déjenme decirle que tiene mérito coger las maletas y decir  adiós a tanta mierda.
Pero luego miro la otra cara de la moneda, y aquí estoy yo, sin dinero suficiente para volverme tan emprendedora y con la retadora postura de tener que hacer frente a todo desde puto fijo. Inventarme mi propio escape entre la rutina de la jungla de concreto, en las cuatro paredes de mi piso que insisten en recordarme historias y en un día  a día que se me hace elástico, de  grande a pequeño. Nada más allá de lo típico, una hace  de tripas corazón y espero no estar sola en esto, así que en ningún momento me hago la ilusión de  pensar que descubro el agua caliente.
Años atrás hacia la vil parodia de la desdichada escena de las mujeres que  asistían a los los talk shows, siendo el show de cristina uno de mis predilectos,  a defender a un fulano muchas veces  mal llamado “robelto”. Este hombre por lo general era capaz de golpear  a la protagonista, dicho por ella misma,  con el bat de baseball, meter la mano del baby en la candela y demás, pero aun así decir a todo gañote ante una audiencia acusadora: es que robelto  es bueno, el me ama.
Hoy soy una de ellas, en mi propio talk show,  sin viaje liberador y con mi propio Robelto.  Quien  aunque no me pega con el bat, ha hechos más destrozos de los debidos. Daños que por cierto he permitido a toda costa, divisado a kilómetros y aun así tener la desfachatez de  pararme en la punta del barco cual escena de Titanic, siendo yo Leonardo DiCaprio,   a gritar: Es que él me ama.