jueves, 12 de noviembre de 2015

Vicisitudes del primer Mundo

Por mi  parte he visto pasar, robos en plena autopista francisco fajardo en caracas, Venezuela. Intimidación con pistola en mano a mi persona, carteristas en acción en rambla Cataluña en Barcelona, España, numerosos ancianos en la calle y niños sin hogar, estos entre Venezuela y España. Pero lo de hoy me sorprendió y se suma mi listado de lo nunca antes visto, al menos por mí.

Saliendo del supermercado un  anciano particular, bien vestido, un reloj de marca, combinado de pies a cabeza con un elegante pullover sostenido en su cuello de forma apropiada y acorde al clima otoñal que apremia. Una cajera de supermercado paciente, pero a mi parecer desprevenida o carente de malicia, deja pasar el aparentemente vacío carrito de supermercado del suntuosos sr. Confiando en su palabra de que lo que está a la vista es lo que pagará.

Yo sin embargo tuve mis dudas. Dos segundos después llegó el que manda y se dirige  al educadísimo sr. X solicitándole que  muestre el restos de los productos que, efectivamente, no había pagado.
---  Sr. esto también se paga…  
--- sonreído y sin aspavientos el Sr. X respondió: se me coló.

No "police", no show, no escándalos oficiales…. Nadie dijo nada, como se disculpó sonriente, sacó su tarjeta de crédito y pagó el resto.


Sí, me sorprende el robo descarado  en un país del primer mundo y más hecho de hacerlo por simple ocio. Tampoco justifico el robo por necesidad pero tendría más sentido y la vergüenza extendida nos lleva a preguntarnos ¿qué diablos pasa en el mundo? pero al presenciar algo así ante un personaje con desbordante cache me hace pensar que ser caradura no es penado y  es que al parecer la excusa perfecta es asumir el legendario ¡ups!

martes, 3 de noviembre de 2015

Hojas Sueltas 1

Lunes 2 de noviembre

Los días de lluvia son tan lúgubres aquí. Es contradictorio que una ciudad tan viva se pueda ver tan mortuoria al peor extremo. Mi barrio suele verse peor de lo que es cuando llueve, la gente a su alrededor más gris de lo que ya estoy acostumbrado. Cesar así me saludan por aquí, como si fuera local que aún no me siento, intento disimula la incomodidad y el hastío que me produce al escuchar el acento que patina y las costumbres que me diferencian.  Me motiva esperarla a ella, a Sheila, la niña de los ojos alegres, ha sido una suerte conocerla entre tanto zombi.

Tierra de nadie, allí me encuentro. Oriol siempre me llama de manera inoportuna, me conversa sobre una bendita inversión que, honestamente, no entiendo. En días como hoy, donde el frio se cuela por los huesos, el gris sobrepasa el azul cotidiano, las impertinentes ancianas se atraviesan en las aceras y los infaltables mojones de los perros que abundan,  todos cooperan para abrazar el asco que siendo al caminar por esta  ciudad.


Mañana se verá, si Sheila me ilumina la mirada, si mi teléfono deja de sonar y finalmente, y con un poco de suerte, me despierto mujer en esta cama, siendo Susan y  estando en nunca jamás.