martes, 3 de noviembre de 2015

Hojas Sueltas 1

Lunes 2 de noviembre

Los días de lluvia son tan lúgubres aquí. Es contradictorio que una ciudad tan viva se pueda ver tan mortuoria al peor extremo. Mi barrio suele verse peor de lo que es cuando llueve, la gente a su alrededor más gris de lo que ya estoy acostumbrado. Cesar así me saludan por aquí, como si fuera local que aún no me siento, intento disimula la incomodidad y el hastío que me produce al escuchar el acento que patina y las costumbres que me diferencian.  Me motiva esperarla a ella, a Sheila, la niña de los ojos alegres, ha sido una suerte conocerla entre tanto zombi.

Tierra de nadie, allí me encuentro. Oriol siempre me llama de manera inoportuna, me conversa sobre una bendita inversión que, honestamente, no entiendo. En días como hoy, donde el frio se cuela por los huesos, el gris sobrepasa el azul cotidiano, las impertinentes ancianas se atraviesan en las aceras y los infaltables mojones de los perros que abundan,  todos cooperan para abrazar el asco que siendo al caminar por esta  ciudad.


Mañana se verá, si Sheila me ilumina la mirada, si mi teléfono deja de sonar y finalmente, y con un poco de suerte, me despierto mujer en esta cama, siendo Susan y  estando en nunca jamás.

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