viernes, 12 de febrero de 2016

Capítulo 1- El Retorno del Indígena

Dicen que cuando te haces padre vuelves a vivir ciertas etapas de tu vida. Vuelves a ser estudiante, revives la emoción del juego y las risas, vuelves a ser adolescente y así sucesivamente. Digamos que eso y un poco más es lo que me sucede actualmente.

Hace dos años y cuatro meses que aterricé en este país y más específicamente en la ciudad de Barcelona.  A mi llegada, ni bombos ni platillos, nada de pajarillos en la ventana de mi cuarto, ni amistosas sonrisas,  ni nada de nada. ---Señorita Susan  usted ya no está de vacaciones “welcome to the joungle” ---  Estoy convencida que sea la ciudad que sea del globo terráqueo, la aventura  del inmigrante común es siempre la misma. Pero como mi experiencia es Barcelona,  a la dichosa ciudad le toca aguantar el chaparrón de  críticas que haré de su “estupendísimo” sistema burocrático que desune fronteras y motiva a los ciudadanos de unión europea a sumarse al caos de ser un indocumentado.

Oficialmente no soy mamá, pero desde la llegada de mi hermano menor como si lo fuera,  ya que vuelvo a vivir etapas burocráticas de legalización de status migratorio. Dicho en cristiano, estoy ayudando a mi hermano a gestionar sus documentos en la ciudad, entiéndase NIE y demás cositas, que dicho sea de paso como ciudadano de la Comunidad Europea le corresponde por derecho. Se me olvida que el mundo funciona al revés, quizá por haber perdido la callosidad en la piel que desarrollé en Venezuela, por lo que  me tropiezo nuevamente con normas absurdas del bendito “pez que se muerde la cola”, las mismas que van aprobando a cuenta gotas, eso sí, supeditadas a los cambios hormonales de una mujer con SPM (Sindroma Pre-Menstrual).

Uno puede siempre elevar su capacidad de asombro a niveles insospechados. La vida te sorprende y cuando crees que lo has visto y escuchado todo, viene tu hermanito menor para darte esa cachetada de realidad que tanta falta me hacía. Es confuso porque históricamente ambos nacimos en un territorio que los “españoles” mismos colonizaron, pero a su vez gozamos de las mieles de ser europeos gracias a la tozudez de mi padre de no perder su nacionalidad. Visto desde el ángulo más positivo, ser indios conquistados no es tan malo, digamos que es el momento de la reivindicación. --- Venimos a limpiar sus pecados, a perdonarlos por las perlas que se llevaron y decirles que no nos fue mal con los espejitos--- Pero… nadie quiere la limpieza de su alma por estos lares, por el contrario la van embarrando semestre a semestre, ley tras ley, norma sin sentido tras norma sin sentido, dando paso a la migración ilegal que honestamente lo tiene más fácil de lo que imaginan lo tenemos, en este caso específico, nosotros.

Yo tengo la impresión  que este sistema migratorio está enojado, viene con la regla, pero sobre todo esta trasnochado y con resaca.  Se siente uno  como… un ladrón de espacio territorial o algo así, pero con permiso solapado, es decir puedes estar pero no, el legendario: mira pero no toques. Pero la ley es la ley, y uno que para ser pendejo no es la excepción, aquí estamos en lo que yo espero sea un capitulo corto de este abreboca migratorio hasta legalizar el status. 

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