¿Me leerá? ¿Gozaré del agrado de él y de todos? Qué más da si no. Alguna vez tuve un novio escritor, el cual me ganó por mucho en la importante beca que le otorgara la NYU por ser un escritor creativo… no tengo idea qué será de su arte hoy día. Nunca antes escribí sobre él, supongo que es mejor sepultar ciertos tumores. El punto, mi punto, es que el si me leía, y lo puedo aseverar porque descifraba detalles que ni yo misma sabía que estaban puestos adrede en su lugar. Creo que en su afán de comprenderme me leyó. Hay más de mi es cada hoja escrita que en mi propio andar. Porque si se me permitiera caminar como escribo, iría en sancos de aquí para allá en dirección contraria, claro está, o mejor aún sin zapatos.
¿Me pregunto nuevamente si él me leerá esta vez? Me interpelo honestamente ¿y si soy yo la que tiene algo más para decir? o me traiciona…. Nada que soy una pensadora con insomnio y exceso de cafeína en el sistema.
A mí me podrá faltar paciencia pero me sobran cosas para decir, acciones, cartas y gestos que entregan. De resto soy una impaciente de los mil demonios que levita de impotencia ante el hervor lento del agua en su olla. Cargo una de aparatos personales como fachada tan increíblemente inservibles. Será que entre tanto, y obviando al escritor que alguna vez me leyó y mi santa madre, alguien más allá de que todo me puede ver. Hay dudas personales sobre mi propio reflejo
Hay que desempolvar este tapete. Obsoleto, simulacro de escritora que alguna vez compitió para ganar la beca que el suntuoso escritor que me leía se ganó.
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